A.J.A.V.A.
Quienes somos

¿AJAVA?

AJAVA es una erupción de la diosa Gea producida de la rabia, la impotencia y el enfado ante tanta agresión, tanta desidia y tanto abandono hacia los jardines por parte de quienes debieran de ser sus guardianes y conservadores: la mismísima Administración.

De estas líneas se deduce que uno de sus objetivos principales es la defensa del patrimonio verde. Y como es una verdad casi universal que sólo se defiende aquello que se conoce y aprecia, el segundo de sus objetivos es el conocimiento de esas singulares obras de arte que son los jardines. Esto nos hace ser visitantes impertinentes o gozosos, según el momento, de esos pequeños paraísos. A menudo para disfrutar en ellos con los picnics mensuales y otras veces para coger el látigo e intentar arrojar a los mercaderes y especuladores de esos sagrados muros donde las aves siempre te saludan en su lenguaje y los árboles nos piden ayuda con sus signos.

¿Cómo ayudamos a conservar esos recintos de paz? A través de los contenciosos, las denuncias y los pleitos cuando la palabra y los buenos modales son ignorados pero eso sí, sin olvidar nunca el viejo refrán: más se consigue con una gota de miel que con cien de hiel.

Y para que vayáis haciendo boca, adjuntamos nuestra carta de presentación pública en 2004.

Carta abierta a la sociedad valenciana (Levante, 30 de enero de 2004)


En pleno invierno, en la estación en que las plantas disimulan su presencia con la desnudez de sus ramas o se difuminan tras la lluvia y la niebla, y los humanos se ocultan tras bufandas y visillos, la Asociación de Amigas y Amigos de los Jardines Valencianos (AJAVA) inicia su andadura como un aire nuevo esparciendo las semillas de la denuncia y del escándalo con la esperanza de que arraiguen en las grietas del asfalto y en los rincones olvidados hasta por las malas hierbas.

Este aire, hoy gélido, también quiere traer de muy lejos palabras evocadoras de lo famosa por sus ruzafas, sus huertos y jardines que fue Valencia en otras épocas, palabras convertidas en tópico durante más de un siglo y que hoy se estrellan contra el capó de los coches y los pasos-cebra.

Si bien uno de nuestros objetivos es cruzar acequias y saltar muros para deleitarnos con los restos del pasado, coger autobuses para conocer el presente de los espacios modernos e indagar en los planos los frondosos sueños futuros, también es nuestro objetivo procurar que pueblerinos y ciudadanos de nuestro país se echen las manos a la cabeza cuando su patrimonio es despreciado, olvidado e incluso echado a perder por las autoridades responsables precisamente de lo contrario.

Porque patrimonio histórico valenciano con todas las de la ley, refrendado en espíritu y letra por las sucesivas Cartas Universales de Florencia y Atenas, son los jardines históricos o lo que queda de ellos y sobre los que hoy denunciamos - como primer aviso de nuestra existencia- el descuido, maltrato o pura violación que sufren. Con el mimo y cuidado que suponemos se han restaurado las Torres de Serranos, con el rigor y detalle con que se va a detener el deterioro de la Lonja, así deben tratarse nuestros jardines históricos pues son lo mismo que dichos monumentos: patrimonio y memoria nuestros. Pero no son exactamente lo mismo: son mucho más frágiles porque incluyen mayormente seres vivos y porque hoy están amenazados por un sentimiento generalizado de utilidad, esparcimiento y recreo frente al de recato, contemplación y sosiego para los que fueron concebidos. Para lo primero, están y deben estar las llamadas higiénicamente zonas verdes; para lo segundo, nos queda ya muy poco y lo que en el futuro nos depare una mayor sensibilidad individual y colectiva ante lo que es un jardín.

Y, ahora, las denuncias

Denunciamos al Ajuntament de València por forzarnos a entrar a los maravillosos Jardines de Monforte, nuestra única joya neoclásica, por la puerta de servidumbre, obligados analfabetos ante un libro al revés encuadernado. ¿No saben ustedes que algunos jardines se leen como libros, o se ven como pinturas, se escuchan como músicas o se huelen como cuerpos? Pues éste es de lectura obligada por su primera página, por su entrada principal, noble preludio de magníficos capítulos. Pues no. Ustedes lo utilizan para casar y lo hacen incomprensible. Lo utilizan sin pensar en su hermosa y necesaria inutilidad. Por favor, déjennos entrar con elegancia, como si fuésemos los dueños.

Denunciamos a la Conselleria de Cultura, Educació i Ciència [hay que cerciorarse de esto] por su falta de respeto a la memoria del jardín del antiguo Colegio San Pablo, hoy Instituto Luis Vives de la ciudad de Valencia, al que convierte desde hace mucho tiempo en un ¡aparcamiento privado para coches de profesores en el corazón de la ciudad! Esos mismos terrenos, hasta hace un siglo -nada para nuestra larga pero olvidada historia- los ocupaba ni más ni menos que el jardín botánico del ilustre colegio de nobles, expropiado en parte para abrir la avenida de Marqués de Sotelo. ¡El centro docente mejor comunicado de Europa no tiene empacho en degradar con una utilidad mezquina un entorno que en cualquier capital europea estaría cubierto exclusivamente por sombras, pétalos y hojas en vez de grava!

Denunciamos otra vez al Ajuntament de València, pero ahora con un callado cómplice como es ni más ni menos que la Generalitat Valenciana que, con motivo de unas largas y justificadas obras en el antiguo torreón del Palau que alberga esta institución, se ha cargado un buen trozo del llamado Jardín de la Audiencia, joya decimonónica existente a la vera del mismo, a la vez que el enorme y hoy muy raro Cocculus laurifolius que allí habitaba. Ni reposición, ni restauración ni adecentamiento: han dejado un pegote vacío, enlosado y cerrado que -¡ay, otra vez más!- parece o es un aparcamiento privado para un alto dignatario. ¿Tan sobrados andamos de patrimonio? Sabemos que técnicamente hay muchos medios para salvar edificios nobles de humedades y raíces, y ni mucho menos pasan todos por esta solución. Este delicado y antiguo jardincillo, surgido de las cenizas de nuestra antigua Casa de la Ciudad, ha sufrido el grave mordisco de la chapuza, un conocido animal doméstico que debiéramos tener muy bien atado, pues en casos como éste, hiere de muerte a lo que más queremos.

Y para terminar por hoy, denunciamos a la Universitat de València - institución supuestamente modélica en cuidar su memoria y sus símbolos- y en concreto a los responsables del Jardín Botánico de la ciudad de Valencia, por ningunear a uno de nuestros más insignes ilustrados, el naturalista Simón de Rojas Clemente, mejor llamado Mohamed Ben Alí, al trasladar su austero monumento desde el òvalo y pasillo centrales al rincón donde orinan los gatos del jardín. Lo han relegado física y simbólicamente. Por mucho panel con texto que le recuerde hoy en el nuevo diseño, aquella curiosidad y respeto que nos producía ver en un espacio central y destacado el único busto existente, ya no se transmiten a los nuevos valencianos. ¿Que su estética es anticuada? Todo el jardín en su raíz es anticuado por mucha florecilla moderna que se le ponga. ¿Que hay razones técnicas para dicho traslado? Siempre hay razones técnicas para legitimar el olvido. Creemos que la Universitat de València no ha sabido estar a la altura de su misión universalista al no respetar ni la forma ni el fondo de un acto perpetuo de homenaje realizado en 1927 por Lo Rat Penat a este por muchas razones heterodoxo valenciano a quien el mismo Cavanilles quiso eternizar en el nombre de una planta: la "Clementea", y a quien en Titaguas -su tierra natal- botánicos de toda España recuerdan anualmente.

Todo esto pasa en una metrópolis justamente valorada por su vegetación extramuros en el medioevo y renacimiento que no sólo no ha sabido trasladar a nuestros días aquella verdad sino que la ha transformado a través del tiempo en un tópico hoy sin fundamento y repetido hasta la náusea. Si en la capital las autoridades son tan irrespetuosas con sus escasos jardines históricos o espacios simbólicos, ¿qué pasa en las otras ciudades y en los confines de nuestro territorio? No lo sabemos.

La Asociación de Amigas y Amigos de los Jardines Valencianos ha optado por la denuncia como medio de comunicación, pero también por el disfrute en los bancos, balancines y toboganes de nuestros parques y jardines junto con el gusto de visitar la arquitectura floral de nuestros pueblos y ciudades, de nuestros palacios y conventos, de nuestros chalés y corrales hasta llegar a conocer cada uno, si es posible, su jardín interior. Estáis invitados.

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